Etimología de la palabra Biblia
Del griego
τα βιβλία, ta biblía, ‘los libros’
τὰ βιβλία τὰ ἅγια, ta biblía ta háguia; los libros sagrados
• Es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo.
• La canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada.
• Según las religiones judía y cristiana, transmite la palabra de Dios»
Canon
Es la lista “oficial” de los libros considerados como inspirados por Dios
Difusión mundial
La Biblia, o al menos parte de ella, se encuentra traducida a 2303 idiomas
Acuñamiento de la palabra
La palabra Biblia, fue acuñada por vez primera en el libro I Macabeos 12:9, que dice:
• Cap. 12. Habla sobre una embajada a Roma.
• V. 9 “y aunque con el estímulo de los libros santos no necesitamos tales alianzas”
El plural y el singular
Siendo βιβλία plural de βιβλίον
biblíon, 'papiro' o 'rollo', usado también para 'libro'.
Posible origen de la palabra
Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la antigüedad.
Secuencia histórica de la palabra
Esta palabra fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo testamento.
Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo testamento.
Para ese entonces ya era común utilizar únicamente el primer sintagma, τὰ βιβλία, a manera de título.
Ya como un título, se empezó a utilizar en latín biblia sacra (‘los libros sacros’), sin artículo dado que éste no existía en latín
Sin embargo, al ser biblia un cultismo en latín, acabó pasando de considerarse un neutro plural a un femenino singular («la sagrada Biblia»)
Entendiendo ya Biblia como el nombre propio de todo el conjunto
A través del latín se derivó a la gran mayoría de las lenguas modernas
jueves, 14 de abril de 2011
Damaso I
Dámaso I fue el 37.º papa de la Iglesia Católica. Nació en el 304, probablemente en Gallaecia o Lusitania, siendo por tanto hispano romano; y murió el 11 de diciembre del 384 en Roma.
Fue papa desde el año 366 hasta su muerte. Es el décimo octavo papado más largo con 18 años, 2 meses y once días (un total de 6.646 días). Su onomástico es el 11 de diciembre. Su nombre en latín significa domador.
Su vida coincidió con la subida de al trono Constantino I, con la reunión y nueva división del Imperio Occidental y Oriental romano, con la expansión del arrianismo, los problemas sucesorios y la proliferación de antipapas; así como con la expansión y legitimación del cristianismo a manos del Emperador Constantino y la adopción posterior por parte de Teodosio I como la religión del Estado Romano. Se presentó como un papa fuerte actuando como unificador y centralizador del poder de la Iglesia y el Imperio, en consonancia con las necesidades del contexto histórico.
Ordenó la histórica traducción latina de la Biblia conocida popularmente como «Vulgata», que se convirtió en la versión más extendida en aquella época, y fue conocida como Vulgata.
En el sínodo del 374, expidió un decreto en el cual se hizo un listado de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, le pidió al historiador Jerónimo de Estridón utilizar este canon y escribir una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros y el Nuevo Testamento con sus 27 libros. Jerónimo viajó entonces a oriente para hacer vida eremítica y volvió años después a Roma, pasando durante algún tiempo a ser su secretario particular.
Cuando Dámaso envió a Jerónimo a realizar su revisión de las versiones hebreas más tempranas de la Biblia, éste realizó una traducción al latín. Esta versión fue aprobada por el Concilio de Trento en 1546, adoptada oficialmente en la liturgia y empleada por la Iglesia Católica durante cerca de quince siglos sustituyendo a la Vetus Latina y provocando que el latín se convirtiera en la lengua principal del culto.
Fue papa desde el año 366 hasta su muerte. Es el décimo octavo papado más largo con 18 años, 2 meses y once días (un total de 6.646 días). Su onomástico es el 11 de diciembre. Su nombre en latín significa domador.
Su vida coincidió con la subida de al trono Constantino I, con la reunión y nueva división del Imperio Occidental y Oriental romano, con la expansión del arrianismo, los problemas sucesorios y la proliferación de antipapas; así como con la expansión y legitimación del cristianismo a manos del Emperador Constantino y la adopción posterior por parte de Teodosio I como la religión del Estado Romano. Se presentó como un papa fuerte actuando como unificador y centralizador del poder de la Iglesia y el Imperio, en consonancia con las necesidades del contexto histórico.
Ordenó la histórica traducción latina de la Biblia conocida popularmente como «Vulgata», que se convirtió en la versión más extendida en aquella época, y fue conocida como Vulgata.
En el sínodo del 374, expidió un decreto en el cual se hizo un listado de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, le pidió al historiador Jerónimo de Estridón utilizar este canon y escribir una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros y el Nuevo Testamento con sus 27 libros. Jerónimo viajó entonces a oriente para hacer vida eremítica y volvió años después a Roma, pasando durante algún tiempo a ser su secretario particular.
Cuando Dámaso envió a Jerónimo a realizar su revisión de las versiones hebreas más tempranas de la Biblia, éste realizó una traducción al latín. Esta versión fue aprobada por el Concilio de Trento en 1546, adoptada oficialmente en la liturgia y empleada por la Iglesia Católica durante cerca de quince siglos sustituyendo a la Vetus Latina y provocando que el latín se convirtiera en la lengua principal del culto.
miércoles, 13 de abril de 2011
Ensayo: Perspectiva historica de la crucifixión
Antecedentes de la crucifixión
Probablemente se originó con los Asirios, fue utilizado este método sistemáticamente por los Persas durante el siglo 6 a de C. Alejandro Magno copió este sistema y lo introdujo en los países del este del Mediterráneo en el siglo 4 a de C y los Fenicios lo introdujeron a Roma en el siglo 3 a de C. El uso de éste método era prácticamente nulo antes de la era pre-helénica. La crucifixión en alguna de sus variantes también se utilizaba en el Imperio aqueménide Persa, los griegos, cartagineses, los macedonios. Hay evidencias de que los piratas capturados eran crucificados en el puerto de Atenas alrededor del siglo 7 d de C.
Algunos teólogos cristianos, empezando por Pablo de Tarso han interpretado una alusión a la crucifixión en Deuteronomio 21:22-23, aquí se refiere a “ser colgado de un árbol”, pero puede también ser asociado con linchamiento o ahorcamiento tradicional. Sin embargo, la ley judía antigua permitía cuatro métodos de ejecución: apedreamiento, hoguera, estrangulamiento y decapitación. La crucifixión estaba prohibida en la ley antigua judía.
Se cree que Alejandro Magno ejecutó a 2000 sobrevivientes del sitio de la ciudad fenicia de Tiro, así como al doctor que no pudo salvar la vida de su amigo Hefestión. Algunos historiadores aseguran que Alejandro también crucificó a Calístenes, su historiador y biógrafo oficial por objetar la adopción de la ceremonia persa de adoración real por parte de Alejandro Magno.
En la actual Cartagena (Cartago Nova), la crucifixión fue establecida como método de ejecución, que pudo haber sido aplicada a los generales que sufrían una gran derrota.
Se tiene conocimiento que se pudo haber desarrollado de la antigua costumbre del arbori suspendere, colgar de un arbor infelix (árbol infortunado) dedicado a los dioses del mundo de las tinieblas, pero el profesor William A. Oldfather escribió un detallado estudio refutando la idea que este castigo no involucraba ninguna forma de ahorcamiento o de cualquier otro para causar la muerte, además de que asegura que el arbor infelix era dedicado a dioses particulares. Tertuliano menciona en el siglo primero d de C algunos casos donde los árboles eran usados en la crucifixión, pero Séneca el Joven utilizó antes la frase infelix lignum (madera infortunada) para referirse al patíbulo o a la cruz completa.
De acuerdo a otras personas, tal parece que los romanos aprendieron la crucifixión de los cartagineses.
La crucifixión era utilizada para esclavos, rebeldes, piratas y para enemigos y criminales odiados. Es por esto que la crucifixión era considerada como la forma más vergonzosa y desafortunada de morir. Los ciudadanos romanos condenados usualmente estaban exentos de morir crucificados (como los nobles estaban exentos de morir colgados, que morían más honorablemente por decapitación) excepto por crímenes mayores en contra del estado, tal como alta traición.
Crucifixiones masivas notorias se llevaron a a cabo durante la Tercera Guerra Servil en el 73-71 a de C (la rebelión bajo el liderazgo de Espartaco), otras guerras civiles romanas en el siglo segundo y primera a de C y en la destrucción de Jerusalén en el 70 d de C. Josefo narra a romanos crucificando a la gente en las paredes de Jerusalén, cuenta también que los romanos crucificaban a los criminales en distintas posiciones. En la crucifixión, al estilo romano, los condenados sufrían una muerte lenta por sofocación. El cuerpo era mantenido allí para que fuera devorado por los buitres y otras aves.
La meta de la crucifixión romana no era solamente para matar al criminal, sino también para mutilar y deshonrar el cuerpo del condenado. En culturas antiguas, una muerte honorable requería del entierro, dejar el cuerpo en la cruz así como mutilar y evitar su entierro era una gran deshonra.
Bajo la práctica penal de la Roma antigua la crucifixión también exhibía en estatus social bajo del criminal. Era la peor muerte imaginable, reservada originalmente para esclavos, de ahí que Séneca lo llamaba supplicium servile y más tarde extendido a libertos de las provincias (“humildes”). Los ciudadanos de la sociedad romana casi nunca eran sujetos a penas capitales, sino que eran apresados o exiliados. Josefo menciona que judíos de alto rango también eran crucificados, pero era para mostrar que su estatus elevado había sido quitado. El control sobre el propio cuerpo era vital en culturas antiguas. La pena capital quitaba ese “auto control” al mismo tiempo que denotaba la pérdida del estatus y el honor. Los romanos continuamente rompían las piernas de los condenados para acelerar su muerte y evitar su entierro.
Un cruel preludio eran los azotes, que ocasionaban que el condenado perdiera una gran cantidad de sangre y tuvieran un estado de shock. El convicto usualmente tenía que cargar el travesaño horizontal (el patíbulo en latín) al lugar de la ejecución, pero no necesariamente la cruz completa. La crucifixión era generalmente llevada a cabo por brigadas especiales, que consistía en un centurión y cuatro soldados. Cuando la ejecución se efectuaba en el lugar establecido, el travesaño vertical (o poste) generalmente se encontraba clavado en el piso permanentemente. Generalmente los condenados eran desnudados.
Los clavos eran de acero, con puntas de entre 13 y 18 centímetros de largo aproximadamente con una cabeza cuadrada de 1 centímetro aproximadamente. En algunos casos los clavos eran recogidos y utilizados como amuletos para sanar enfermedades. El emperador Constantino, abolió la crucifixión en el Imperio romano al final de su reinado.
La Cruz, instrumento de ejecución en tiempo de Jesús
La crucifixión es un método antiguo de ejecución, donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera o entre árboles o en una pared, y dejado allí hasta su muerte.
Esta forma de ejecución fue ampliamente utilizada en la Roma Antigua y en culturas vecinas del mediterráneo; métodos similares fueron inventados por el Imperio persa.
La crucifixión fue utilizada por los romanos hasta 337 d de C, después de que la religión cristiana fue legalizada en el impero romano en el 313 d de C, favorecida por el emperador Constantino, pero antes de que se convirtiera en la religión oficial del imperio.
La crucifixión raramente se utilizaba por razones simbólicas o rituales fuera de la cristiandad, era usualmente utilizada para exponer a la víctima a una muerte particularmente lenta, horrible (para disuadir a la gente de cometer crímenes parecidos) y pública, utilizando todos los medios necesarios para su realización. Los métodos de la crucifixión variaban considerablemente con el lugar y el tiempo donde se efectuaban.
Las palabras griega y latinas que corresponden a “crucifixión” se aplicaban a formas diversas de ejecución dolorosa, desde empalar en una estaca, clavarlos en un árbol, o en poste (lo que algunos llaman “crux simple” o “cruz simple").
Antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a dar latigazos (flagelar) al reo. Luego, y durante el trayecto hasta el lugar de ejecución, el condenado era obligado a cargar el travesaño en sus propios hombros (lo cual seguramente agravaba las heridas que ya habrían sufrido por la flagelación a que habían sido sometidos). El historiador romano Tácito documenta que la ciudad de Roma tenía un lugar específico para llevar a cabo las ejecuciones, un área especialmente destinada para la crucifixión, situado afuera de la puerta de Esquilino.
Una cruz completa se estima que pesaría alrededor de los 135 kilogramos pero la viga transversal solo pesaría entre 35 y 50 kilogramos.
La persona muchas veces era atada al patíbulo por medio de cuerdas, pero el uso de clavos se documenta por varias fuentes, como en el caso de Flavio Josefo, donde sostiene que en la Gran Revuelta Judía (70 d de C) “los soldados enfurecidos, clavaban a los que eran capturados, unos tras otros a las cruces” como se evidencia en el evangelio de Juan. Algunos objetos, como los clavos, que se utilizaban en las ejecuciones eran vistos como amuletos.
La forma del instrumento empleado en las crucifixiones podía ser de distintas formas. Josefo describe múltiples torturas y posiciones en que Tito crucificó a los rebeldes durante la revuelta de Jerusalén.
En ocasiones al reo se lo fijaba tan sólo a una estaca vertical, llamada en latín “cruz simplex” o “palus”. Esta era la construcción disponible más sencilla de torturar y matar a los criminales. Sin embargo, frecuentemente se utilizaban travesaños de madera atados en la parte superior del poste o estaca formando una T (crux commissa) o justo debajo de la parte superior, como la forma más familiar entre los cristianos (crux immissa). Otras formas comunes eran en forma de X o de Y.
Los escritos más antiguos que relatan la crucifixión del Cristo describen la forma de la cruz en forma de la letra T (la letra griega tau) o compuesta de un poste (stipes o palus), con un travesaño (patibulum) sujetado por medio de una clavija en la parte superior.
Plauto (254-184 A.C.) muestra inequívocamente en sus citas que al condenado se le fijaban sus brazos en el patíbulo: “Sospecho que usted está condenado a morir fuera de las puertas, en esa posición: Con las manos extendidas y clavadas al patíbulo”. (Miles Gloriosus, 359-360).
Dionisio de Halicarnaso (primer siglo A.C.) describe esta antigua práctica: “Los hombres quienes se les ordena llevar al esclavo a su castigo, habiendo extendido sus manos las atan a un pedazo de madera extendido por su pecho y hombros hasta sus muñecas, siguiéndolo, desgarrando su desnudo cuerpo por los latigazos” (Antigüedades Romanas, 7.69.1-2).
Séneca (c. 4 A.C. al 65 D.C.) también refiere:
Aunque ellos se esfuerzan por soltarse de sus cruces---esas cruces a que cada uno de ellos está clavada cada una de sus propias manos—sin embargo ellos, cuando fueron traídos al castigo los suspendieron a cada uno en un solo stipes; pero éstos otros que trajeron sobre si su propio castigo se les extiende sobre tantas cruces como se desea. Aún ellos son calumniadores e ingeniosos apilando insultos sobre otros. ¡Yo podría creer que ellos eran libres de hacerlo, ya que algunos de ellos llegaron hasta a escupir sobre los espectadores desde sus propios patíbulos!
(De Vita Beata, 19.3)
La crucifixión de Jesús
La forma común usada en tiempos de Jesús era la cruz “tau”, con forma de “T”. En esta cruz, el patíbulo se ubicaba en una ranura en lo alto del madero vertical. Hay excelente evidencia arqueológica de que fue en este tipo de cruz que crucificaron a Jesús.
El madero vertical generalmente permanecía enterrado en el lugar de ejecución. El condenado era obligado a cargar el patíbulo, que aproximadamente pesaba 50 Kg, desde la prisión hasta el lugar de ejecución. Sin tener ninguna prueba histórica o bíblica, sin embargo, los pintores del medioevo y del renacimiento nos han dado una imagen de Cristo cargando toda la cruz.
Muchos pintores y escultores de crucifijos también cometen el error de mostrar los clavos atravesándole las palmas de las manos. Los relatos históricos de los romanos y el trabajo experimental han demostrado que los clavos eran clavados entre los pequeños huesos de las muñecas. Los clavos a través de la palma de la mano cortarían y se zafarían entre los dedos,
al sostener el peso de un cuerpo humano.
Esta interpretación pudo haber venido de un error de comprensión en las palabras de Jesús a Tomas: “Mira mis manos”. Los anatomistas antiguos y modernos, sin embargo, siempre han considerado que la muñeca es parte de la mano.cultura popular existe la creencia (posiblemente derivada de leer literalmente la descripción del evangelio de Juan de que las heridas de Cristo estaban “en las manos”), de que el condenado era clavado en las manos, sin embargo documentos históricos refieren que los clavos estaban en las "χείρ", palabra griega que generalmente se traduce como mano, que se refiere desde brazo hasta mano, mientras que si se quiere describir específicamente la mano se escribe "ἄκρην οὔτασε χεῖρα".
Una posibilidad que no requiere que además hubiese sido atado es de que los clavos se insertaron justo debajo de las muñecas, entre los dos huesos del antebrazo (el radio y el cúbito). Los clavos también pudieron haber sido colocados a través de la muñeca, en el espacio entre los cuatro huesos carpio. La palabra utilizada en los evangelios χείρ traducida como “mano” es utilizada también en Hechos 12:7 donde se narra que las cadenas de Pedro cayeron de “sus manos” siendo que éstas debieron de estar colocadas en sus muñecas. Esto muestra que el uso semántico de χείρ es mucho más amplio que el español mano o el inglés hand, y puede que los clavos estuviesen localizados en la muñeca.
Un experimento realizado por un documental del canal de National Geographic titulado “Quest For Truth: The Crucifixion” (búsqueda de la verdad: la crucifixión) mostró que una persona puede ser suspendida por la palma de su mano. Clavar los pies a un lado de la cruz libera esfuerzo en las muñecas depositando la mayor parte del peso en la parte baja del cuerpo. Otra posibilidad sugerida por Frederick Zugibe es que los clavos pudieron haber sido colocados entrando en la palma, en la base del dedo pulgar y salió por la muñeca, pasando por el túnel carpiano.
Una ménsula atada en la cruz, probablemente para quitar el peso del cuerpo de las muñecas es incluida constantemente en representaciones de la crucifixión de Jesús, pero esto no es mencionado en fuentes antiguas. Estas, sin embargo, documentan un pequeño asiento en la parte frontal de la cruz.
Evidencia arqueológica e histórica de antiguas crucifixiones, una de ellas la mencionada por el historiador Flavio Josefo, así como un descubrimiento arqueológico de un cuerpo crucificado que data del Imperio romano alrededor de la época de Jesús, descubierto en Jerusalén en 1968. No es de extrañar que sólo se haya encontrado un descubrimiento, ya que los cuerpos de los sentenciados se mantenían en la cruz y por lo tanto no se preservaban. La única razón por lo que se conservó este cuerpo fue gracias a que la familia del sentenciado le dio a este individuo en particular un entierro tradicional.
Los restos fueron encontrados accidentalmente en osario con el nombre del crucificado en él, “Yehohanan, hijo de Hagako I”. El profesor Nicu Haas, un antropólogo de la Universidad Médica Hebrea en Jerusalén, examinó este osario y descubrió que un clavo atravesaba el talón en uno de sus costados, indicando que el hombre había sido crucificado. La posición de la perforación del clavo, en uno de sus costados indica que sus pies se clavaron a la cruz por los costados. Algunas opiniones son que los pies se clavaron juntos y de lado al frente de la cruz o que se clavaron uno al lado izquierdo de la cruz y el otro al lado derecho. La punta del clavo tenía fragmentos de madera de olivo indicando que había sido ejecutado en una cruz hecha de madera de olivo o sobre un árbol de esta misma especie. Dado que los árboles de olivo no son muy altos, esto sugeriría que esta persona fue crucificada a la altura de los ojos del observador. Adicionalmente, una pieza de madera de acacia fue encontrada entre los huesos y la cabeza del clavo, presumiblemente utilizada para mantener los pies clavados y que éste no los pudiera deslizar a través del clavo. Tenía fracturadas las rodillas y las tibias, hecho infligido probablemente para acelerar su muerte. Se piensa que en tiempos del Imperio romano el acero era bastante caro, por lo que se retiraban los clavos de los muertos para reducir costos, lo que ayudaría a explicar porque sólo se encontró un clavo, que se encontraba doblado de la punta de tal manera que no pudiese ser retirado.
El profesor Haas también encontró un rayón en la cara interior del radio del brazo derecho, cerca de la muñeca. Dedujo por la forma del rayón en el hueso, así como que los huesos de la muñeca se encontraban intactos que el clavo fue introducido en el antebrazo de esa forma.
La muerte por crucifixión
El tiempo necesario para alcanzar la muerte va de horas hasta varios días, dependiendo exactamente del método empleado, el estado de salud de la persona crucificada y circunstancias ambientales.
Una teoría atribuida al cirujano Pierre Barbet establece que la causa típica de la muerte es la asfixia. Cuando todo el peso del cuerpo es soportado por los brazos estirados, el condenado tendría severos problemas para inhalar, debido a la hiper expansión de los pulmones. El condenado tendría entonces que empujarse hacia los brazos para facilitar la respiración. En efecto, los verdugos encargados de la ejecución podían romper las piernas de los condenados después de que estos estuvieran algún tiempo en la cruz para agilizar la muerte. Una vez desprovistos del soporte de las piernas e imposibilitados a levantar su cuerpo, los condenados morían en cuestión de minutos. Si la muerte no venía por hipoxia, podría venir por múltiples razones, como shock físico causado por los azotes que precedían la crucifixión, el mismo enclavamiento, deshidratación, cansancio extremo, etc.
Experimentos realizados por Frederick Zugibe han revelado que, cuando alguien se encuentra suspendido con los brazos de 60° a 70° desde la vertical, los individuos tienen menor dificultad para respirar, pero experimentan un dolor e incomodidad que crece rápidamente. Esta correspondería a la crucifixión empleada por los romanos como método para propinar una prolongada, agonizante y humillante muerte. Zugibe asegura que romper las piernas para agilizar la muerte tal como se menciona en Juan 19:31-32 era utilizado como “golpe de gracia” causando un shock traumático severo o causando embolia grasa. La crucifixión realizada en una estaca, con los brazos sobre la cabeza, precipitaría la asfixia si no se tuviese algún apoyo o una vez que las piernas fuesen rotas.
Era posible, sin embargo, sobrevivir a la crucifixión y existen registros de algunos sobrevivientes. El historiador Josefo describe que encontró a dos de sus amigos crucificados. Él rogó por ellos y se les concedió el indulto, uno de ellos murió y el otro logró recuperarse. Josefo no brinda detalles del método o duración de la crucifixión antes del indulto.
Cronología de la muerte de Jesús.
Getsemaní
De los diversos aspectos del sufrimiento inicial, el que es de particular interés fisiológico es el sudor de sangre. Es interesante notar que el médico Lucas es el único evangelista
que menciona este acontecimiento. Dice:
Lucas 22:44
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Aunque es muy raro, el fenómeno de la “hematidrosis” o sudor de sangre, está bien documentado. Bajo una gran tensión emocional los frágiles capilares de las glándulas sudoríparas se rompen mezclándose así el sudor con la sangre. Este proceso de por sí podría haber producido marcada debilidad y posiblemente una conmoción.
Ante el Sanedrín
Aunque la traición y arresto de Jesús son porciones importantes de la historia de la pasión, el próximo suceso en la narración, que es significativo desde una perspectiva medica, es su juicio ante el Sanedrín y Caifás, el Sumo Sacerdote. Aquí se le infligió el primer trauma físico: un soldado le propinó una bofetada por permanecer en silencio cuando Caifás lo interrogaba. Después los guardias del palacio le colocaron una
venda en los ojos y burlonamente lo provocaron con palabras groseras a que los identificara al pasar cada uno delante de él, lo escupieron y le dieron golpes en el rostro.
Mateo 26:67-68
Entonces lo escupieron en el rostro y le dieron puñetazos; y otros lo abofeteaban, diciendo:
--Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
Ante Pilato
Temprano por la mañana, magullado y amoratado, deshidratado y exhausto por una noche en vela, llevaron a Jesús de un lado al otro de Jerusalén, al pretorio, que estaba en el fuerte Antonia -el asiento del gobierno del Procurador de Judea- Poncio Pilato.
Estan familiarizados con la decisión de Pilato de tratar de pasarle la responsabilidad a Herodes Antipas, el Tetrarca de Judea. Aparentemente Jesús no sufrió ningún maltrato físico a manos de Herodes y fue devuelto a Pilato, quien, en respuesta al clamor de la plebe, da la orden de que Barrabás fuera soltado y condenó a Jesús a ser azotado y crucificado.
Marcos 15:6-15
En el día de la Fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran.
Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho.
Pilato les respondió diciendo:
--¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?, porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes.
Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltara más bien a Barrabás.
Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:
--¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
Y ellos volvieron a gritar:
--¡Crucifícalo!
Pilato dijo:
--¿Pues qué mal ha hecho?
Pero ellos gritaban aun más:
--¡Crucifícalo!
Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, le soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
Los azotes
Los judíos tenían una antigua ley que prohibía más de 40 azotes. Los fariseos, que siempre se aseguraban que la ley fuese estrictamente observada, insistían en que se administraran solo 39 azotes; en la eventualidad de un error en recuento, se aseguraban permanecer dentro de la ley. En el caso de los azotes de Jesús, estos fueron propinados de acuerdo con la ley romana, lo cual implica que no había límite en cuanto a la cantidad.
Los azotes romanos
Los romanos usaron varios instrumentos para azotar
• Varas de olmo se usaban para azotar a los hombres libres.
• Como castigo militar, los centuriones (oficiales) usaban los bastones de parra, laurel o mirto que llevaban como símbolo de su rango para azotar a los soldados por sus faltas.
• Para castigar a los esclavos o criminales existían varios tipos de látigos:
- la ferula o lirum, una correa de cuero
- la scutica, un látigo con las colas hechas de pergamino retorcido
- el flagrum o (más pequeño) flagellum un látigo con dos o tres colas con pequeñas mancuernas metálicas en las puntas. Variaciones del flagrum fueron el astragala, con astrágalos de carnero en lugar de las mancuer carne.
Los métodos
Había tres formas de azotes judiciales:
- Fustigatio: una azotaína menos severa, dada por ofensas relativamente leves, como vandalismo, y acompañada por una severa advertencia
- Flagellatio: una golpiza severa para crímenes más serios
- Verberatio: la más severa, usada usualmente como preludio a otros castigos, como la crucifixión.
La ley no establecía el instrumento del castigo ni la cantidad de golpes. El tipo de instrumento de castigo quedaban a decisión del "lictor" que comandaba la ejecución.
Los castigos judiciales eran dados con el castigado atado a una columna baja, o acostado en el suelo, para poder azotarlo desde ambos lados de la espalda.
El condenado era castigado por varios "lictors" o por verdugos (carnifex) hasta que quedaban exhaustos, o eran detenidos por el lictor que comandaba. Los turnos de los verdugos eran de dos en dos, cuando una dupla se cansaba, la otra, que estaba descansando, la sustituía.
Los azotes a Jesús
Jesús también fue azotado bajo la ley romana con el flagrum. Era usual azotar a los que iban a ser crucificados, para acelerar su muerte. En el caso de Jesús, los azotes probablemente fueron el último recurso de Poncio Pilatos para evitarle la crucifixión, así que fue probablemente condenado a un “verberatio”.
Recibió numerosos azotes, los que lo dejaron en muy mal estado físico, tanto que cayó varias veces cuando transportaba la cruz, y finalmente tuvo que ser ayudado por Simón.
Al principio las lonjas con peso adicional solo le cortaban la piel. Luego, al continuar los golpes, cortaban más profundamente dentro del tejido subcutáneo, produciendo primero una herida sangrante de los capilares y venas de la piel y finalmente la sangre brotaba abundantemente de arterias de las capas musculares más profundas.
Las bolitas de plomo, o los pedazos de hueso, o los ganchos de metal, independientemente de lo que fue utilizado, primero le produjeron grandes y profundos hematomas o marcas que con los siguientes azotes se abrieron. Finalmente la piel de la espalda colgaba en largas lonjas y toda el área era una masa irreconocible de tejido desgarrado que sangraba. Cuando el centurión que estaba a cargo determinaba que el prisionero estaba casi muerto, detenía los azotes.
La burla
El desfalleciente Jesús fue luego desatado y dejado caer como un fardo en el empedrado mojado con su propia sangre. Los soldados vieron a este judío provinciano que pretendía ser rey como un hazmerreír. Le arrojaron un manto sobre los hombros y le pusieron una vara en la mano por cetro. Aun necesitaban
una corona para hacer su parodia completa. Utilizaron ramitas flexibles llenas de largas espinas y las trenzaron formando una tosca corona. La colocaron a presión en su cuero cabelludo y nuevamente sangró abundantemente, cuando las púas perforaron el propio tejido vascular.
Después de burlarse de Él y abofetearle, los soldados le arrebataron la vara de la mano y le golpearon en la cabeza incrustando las púas más profundamente en su cuero cabelludo. Finalmente se cansaron de su diversión sádica y le quitaron con violencia el manto de la espalda. El manto ya se había adherido a los coágulos de sangre y suero de las heridas y al ser quitado como cuando un vendaje quirúrgico se quita al descuido, le causo un dolor insoportable y las heridas comenzaron a sangrar otra vez.
Mateo 27:27-31
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía.
Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:
--¡Salve, rey de los judíos!
Le escupían, y tomando la caña lo golpeaban en la cabeza.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarle.
Camino al Gólgota
El pesado patíbulo de la cruz fue atado sobre sus hombros. La procesión del condenado Jesús, dos malhechores y el piquete de ejecución de soldados romanos encabezados por un centurión, comenzó su lenta marcha por la ruta que hoy conocemos como
“La Vía Dolorosa”.
A pesar de los esfuerzos de Jesús para caminar erguido, el peso del madero junto con el espasmo producido por la pérdida de sangre era demasiado. Tropezó y cayó clavándosele el tosco madero en la piel lacerada y músculos del hombro. Trató de levantarse pero los músculos humanos habían sido llevados más allá de su tolerancia.
El centurión, ansioso de proseguir con la crucifixión, eligió a un fornido africano del norte que miraba, Simón de Cirene, para llevar la cruz. Jesús seguía sangrando y transpirando el frío y pegajoso sudor del espasmo. La marcha de unos 600 metros desde el Fuerte Antonia al Gólgota fue finalmente completada y el prisionero volvió a ser desnudado excepto por el taparrabo que se les permitía a los judíos.
Mateo 27:32-34
Al salir hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevara la cruz.
Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, (que significa: «Lugar de la Calavera »), le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero, después de haberlo probado, no quiso beberlo.
Juan 17:17
Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota.
La crucifixión
Se le ofreció a Jesús vino mezclado con mirra, una suave mezcla analgésica para aliviar el dolor. Rehusó la bebida. A Simón se le ordenó dejar el patíbulo en el suelo y derribaron a Jesús de espaldas con sus hombros contra la viga. El legionario le palpó la hendidura por delante de la muñeca y perforó con un pesado clavo cuadrado de hierro forjado, la muñeca clavándolo en la madera. Se pasó rápidamente al otro lado y repitió la operación, cuidando de no extender demasiado el brazo, permitiéndole cierta flexión y movimiento. El patíbulo era luego alzado y calzado al tope del madero vertical y el “título” donde se leía “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”, fue clavado en su lugar.
El pie izquierdo era presionado hacia atrás contra el derecho. Con ambos pies extendidos con los pies hacia abajo, se clavaba un clavo a través de ambos arcos dejando las rodillas flexionadas moderadamente. La víctima estaba ahora crucificada.
En la cruz
Cuando Jesús lentamente se deslizó hacia abajo hasta colgar, con el mayor peso depositado en los clavos de las muñecas, un dolor ardiente agudísimo se disparó a lo largo de los dedos y hacia arriba por los brazos hasta explotar en el cerebro. Los clavos de las muñecas presionaban los nervios medios que son fibras nerviosas troncales que atraviesan el centro de la muñeca y de la mano. Al empujarse hacia arriba para evitar este tormento por estiramiento, colocaba todo su peso sobre el clavo que atravesaba los pies. Nuevamente se producía una agonía de dolor ardiente al desgarrar el clavo los nervios entre los huesos metatársicos de los pies.
A este punto se producía otro fenómeno: al fatigársele los brazos, grandes oleadas de calambres le pasaban por los músculos engarrotándolos en profundo dolor punzante que no cedía. Con estos calambres se producía la incapacidad de impulsarse hacia arriba. Al colgar de los brazos los músculos pectorales (grandes músculos del pecho), se paralizaban y los músculos intercostales (pequeños músculos entre las costillas), no podían actuar. Se podía inhalar aire a los pulmones pero no se podía exhalar. Jesús luchaba por elevarse para tener al menos un pequeño respiro. Finalmente el nivel de dióxido de carbono de los pulmones y del torrente sanguíneo aumentaba y los calambres se atenuaban parcialmente.
Su agonía
Sufrió horas de dolor ilimitado, ciclos de calambre que producían desgarradoras torceduras, asfixia parcial intermitente y dolor ardiente al desgarrársele tejido de su espalda lacerada debido a su movimiento hacia arriba y hacia abajo contra el rugoso madero de la cruz.
Después empezó otra agonía: un dolor profundo como si se le hundiera el pecho, mientras el pericardio -la bolsa que rodea el corazón-, lentamente se llenaba de suero y comenzaba a comprimir el corazón.
La profecía del Salmo 22 se estaba cumpliendo:
Salmo 22: 14
Soy derramado como agua y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis vísceras.
Lo que dijo Jesús en la cruz
En forma espasmódica Jesús podía elevarse hacia arriba para exhalar e inhalar oxígeno vivificante. Fue sin duda en estas ocasiones que pronunció las siete breves oraciones que fueron registradas:
Primera Palabra
Mirando a los soldados romanos jugándose su manto de una sola pieza a los dados:
Lucas 23:24
Jesús decía: --Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Segunda Palabra
Al malhechor penitente:
Lucas 23:43
Entonces Jesús le dijo: --De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Es la respuesta de Jesús a la súplica "acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino" del ladrón arrepentido.
Tercera Palabra
Mirando a María su madre dijo:
Juan 19:26
Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre:
--Mujer, he ahí tu hijo.
Y luego, vuelto hacia el aterrorizado adolescente Juan, traspasado de dolor, el amado apóstol Juan, dijo:
Juan 19:27
Después dijo al discípulo:
--He ahí tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Cuarta Palabra
El comienzo del Salmo 22:
Mateo 27:46
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? »).
Quinta Palabra
Antes de morir
Juan 19:28
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera:
--¡Tengo sed!
Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. La palabra está tomada de:
Salmos 69:21
Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre.
Sexta Palabra
Cuando murió de acuerdo a Juan:
Juan 19:30
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo:
--¡Consumado es!
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Séptima Palabra
Cuando murió de acuerdo a Lucas
Lucas 23:46
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
--Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.
Su muerte
Todos estamos familiarizados con los detalles finales de la ejecución de Jesús. Para que no se profanase el sábado, los judíos solicitaron que se diera fin a los condenados y fueran sacados de las cruces. El método común de terminar una crucifixión era por “crurifragio” (cruris: piernas y fragere: romper), o sea la fractura de los huesos de las piernas. Esto le impedía a la victima empujarse hacia arriba y la tensión de los músculos del pecho no se podía aliviar: la asfixia sobrevenía con rapidez. Las piernas de los dos malhechores fueron fracturadas,
pero cuando los soldados se acercaron a Jesús vieron que esto era innecesario. Así narraron los evangelistas el momento de su muerte:
Mateo 27:50-56
Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos.
El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo dijeron: «Verdaderamente este era Hijo de Dios».
Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo.
Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Lucas 23:44-49
Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
El sol se oscureció y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
--Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios diciendo:
--Verdaderamente este hombre era justo.
Toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, estaban mirando estas cosas de lejos.
Aparentemente para asegurarse doblemente de que estaba muerto, el legionario le clavó la lanza entre las costillas hacia arriba a través del pericardio llegando al corazón.
Juan 19:31-34
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí.
Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
Pero cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
De modo que se produjo un escape del fluido acuoso de la bolsa que rodea el corazón y la sangre del interior del corazón. Esta es una evidencia post-mortem bastante concluyente de que Jesús murió, no de la muerte común de crucifixión -por asfixia- sino de falla cardiaca, debido al espasmo y compresión del corazón por el líquido acumulado en el pericardio.
Probablemente se originó con los Asirios, fue utilizado este método sistemáticamente por los Persas durante el siglo 6 a de C. Alejandro Magno copió este sistema y lo introdujo en los países del este del Mediterráneo en el siglo 4 a de C y los Fenicios lo introdujeron a Roma en el siglo 3 a de C. El uso de éste método era prácticamente nulo antes de la era pre-helénica. La crucifixión en alguna de sus variantes también se utilizaba en el Imperio aqueménide Persa, los griegos, cartagineses, los macedonios. Hay evidencias de que los piratas capturados eran crucificados en el puerto de Atenas alrededor del siglo 7 d de C.
Algunos teólogos cristianos, empezando por Pablo de Tarso han interpretado una alusión a la crucifixión en Deuteronomio 21:22-23, aquí se refiere a “ser colgado de un árbol”, pero puede también ser asociado con linchamiento o ahorcamiento tradicional. Sin embargo, la ley judía antigua permitía cuatro métodos de ejecución: apedreamiento, hoguera, estrangulamiento y decapitación. La crucifixión estaba prohibida en la ley antigua judía.
Se cree que Alejandro Magno ejecutó a 2000 sobrevivientes del sitio de la ciudad fenicia de Tiro, así como al doctor que no pudo salvar la vida de su amigo Hefestión. Algunos historiadores aseguran que Alejandro también crucificó a Calístenes, su historiador y biógrafo oficial por objetar la adopción de la ceremonia persa de adoración real por parte de Alejandro Magno.
En la actual Cartagena (Cartago Nova), la crucifixión fue establecida como método de ejecución, que pudo haber sido aplicada a los generales que sufrían una gran derrota.
Se tiene conocimiento que se pudo haber desarrollado de la antigua costumbre del arbori suspendere, colgar de un arbor infelix (árbol infortunado) dedicado a los dioses del mundo de las tinieblas, pero el profesor William A. Oldfather escribió un detallado estudio refutando la idea que este castigo no involucraba ninguna forma de ahorcamiento o de cualquier otro para causar la muerte, además de que asegura que el arbor infelix era dedicado a dioses particulares. Tertuliano menciona en el siglo primero d de C algunos casos donde los árboles eran usados en la crucifixión, pero Séneca el Joven utilizó antes la frase infelix lignum (madera infortunada) para referirse al patíbulo o a la cruz completa.
De acuerdo a otras personas, tal parece que los romanos aprendieron la crucifixión de los cartagineses.
La crucifixión era utilizada para esclavos, rebeldes, piratas y para enemigos y criminales odiados. Es por esto que la crucifixión era considerada como la forma más vergonzosa y desafortunada de morir. Los ciudadanos romanos condenados usualmente estaban exentos de morir crucificados (como los nobles estaban exentos de morir colgados, que morían más honorablemente por decapitación) excepto por crímenes mayores en contra del estado, tal como alta traición.
Crucifixiones masivas notorias se llevaron a a cabo durante la Tercera Guerra Servil en el 73-71 a de C (la rebelión bajo el liderazgo de Espartaco), otras guerras civiles romanas en el siglo segundo y primera a de C y en la destrucción de Jerusalén en el 70 d de C. Josefo narra a romanos crucificando a la gente en las paredes de Jerusalén, cuenta también que los romanos crucificaban a los criminales en distintas posiciones. En la crucifixión, al estilo romano, los condenados sufrían una muerte lenta por sofocación. El cuerpo era mantenido allí para que fuera devorado por los buitres y otras aves.
La meta de la crucifixión romana no era solamente para matar al criminal, sino también para mutilar y deshonrar el cuerpo del condenado. En culturas antiguas, una muerte honorable requería del entierro, dejar el cuerpo en la cruz así como mutilar y evitar su entierro era una gran deshonra.
Bajo la práctica penal de la Roma antigua la crucifixión también exhibía en estatus social bajo del criminal. Era la peor muerte imaginable, reservada originalmente para esclavos, de ahí que Séneca lo llamaba supplicium servile y más tarde extendido a libertos de las provincias (“humildes”). Los ciudadanos de la sociedad romana casi nunca eran sujetos a penas capitales, sino que eran apresados o exiliados. Josefo menciona que judíos de alto rango también eran crucificados, pero era para mostrar que su estatus elevado había sido quitado. El control sobre el propio cuerpo era vital en culturas antiguas. La pena capital quitaba ese “auto control” al mismo tiempo que denotaba la pérdida del estatus y el honor. Los romanos continuamente rompían las piernas de los condenados para acelerar su muerte y evitar su entierro.
Un cruel preludio eran los azotes, que ocasionaban que el condenado perdiera una gran cantidad de sangre y tuvieran un estado de shock. El convicto usualmente tenía que cargar el travesaño horizontal (el patíbulo en latín) al lugar de la ejecución, pero no necesariamente la cruz completa. La crucifixión era generalmente llevada a cabo por brigadas especiales, que consistía en un centurión y cuatro soldados. Cuando la ejecución se efectuaba en el lugar establecido, el travesaño vertical (o poste) generalmente se encontraba clavado en el piso permanentemente. Generalmente los condenados eran desnudados.
Los clavos eran de acero, con puntas de entre 13 y 18 centímetros de largo aproximadamente con una cabeza cuadrada de 1 centímetro aproximadamente. En algunos casos los clavos eran recogidos y utilizados como amuletos para sanar enfermedades. El emperador Constantino, abolió la crucifixión en el Imperio romano al final de su reinado.
La Cruz, instrumento de ejecución en tiempo de Jesús
La crucifixión es un método antiguo de ejecución, donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera o entre árboles o en una pared, y dejado allí hasta su muerte.
Esta forma de ejecución fue ampliamente utilizada en la Roma Antigua y en culturas vecinas del mediterráneo; métodos similares fueron inventados por el Imperio persa.
La crucifixión fue utilizada por los romanos hasta 337 d de C, después de que la religión cristiana fue legalizada en el impero romano en el 313 d de C, favorecida por el emperador Constantino, pero antes de que se convirtiera en la religión oficial del imperio.
La crucifixión raramente se utilizaba por razones simbólicas o rituales fuera de la cristiandad, era usualmente utilizada para exponer a la víctima a una muerte particularmente lenta, horrible (para disuadir a la gente de cometer crímenes parecidos) y pública, utilizando todos los medios necesarios para su realización. Los métodos de la crucifixión variaban considerablemente con el lugar y el tiempo donde se efectuaban.
Las palabras griega y latinas que corresponden a “crucifixión” se aplicaban a formas diversas de ejecución dolorosa, desde empalar en una estaca, clavarlos en un árbol, o en poste (lo que algunos llaman “crux simple” o “cruz simple").
Antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a dar latigazos (flagelar) al reo. Luego, y durante el trayecto hasta el lugar de ejecución, el condenado era obligado a cargar el travesaño en sus propios hombros (lo cual seguramente agravaba las heridas que ya habrían sufrido por la flagelación a que habían sido sometidos). El historiador romano Tácito documenta que la ciudad de Roma tenía un lugar específico para llevar a cabo las ejecuciones, un área especialmente destinada para la crucifixión, situado afuera de la puerta de Esquilino.
Una cruz completa se estima que pesaría alrededor de los 135 kilogramos pero la viga transversal solo pesaría entre 35 y 50 kilogramos.
La persona muchas veces era atada al patíbulo por medio de cuerdas, pero el uso de clavos se documenta por varias fuentes, como en el caso de Flavio Josefo, donde sostiene que en la Gran Revuelta Judía (70 d de C) “los soldados enfurecidos, clavaban a los que eran capturados, unos tras otros a las cruces” como se evidencia en el evangelio de Juan. Algunos objetos, como los clavos, que se utilizaban en las ejecuciones eran vistos como amuletos.
La forma del instrumento empleado en las crucifixiones podía ser de distintas formas. Josefo describe múltiples torturas y posiciones en que Tito crucificó a los rebeldes durante la revuelta de Jerusalén.
En ocasiones al reo se lo fijaba tan sólo a una estaca vertical, llamada en latín “cruz simplex” o “palus”. Esta era la construcción disponible más sencilla de torturar y matar a los criminales. Sin embargo, frecuentemente se utilizaban travesaños de madera atados en la parte superior del poste o estaca formando una T (crux commissa) o justo debajo de la parte superior, como la forma más familiar entre los cristianos (crux immissa). Otras formas comunes eran en forma de X o de Y.
Los escritos más antiguos que relatan la crucifixión del Cristo describen la forma de la cruz en forma de la letra T (la letra griega tau) o compuesta de un poste (stipes o palus), con un travesaño (patibulum) sujetado por medio de una clavija en la parte superior.
Plauto (254-184 A.C.) muestra inequívocamente en sus citas que al condenado se le fijaban sus brazos en el patíbulo: “Sospecho que usted está condenado a morir fuera de las puertas, en esa posición: Con las manos extendidas y clavadas al patíbulo”. (Miles Gloriosus, 359-360).
Dionisio de Halicarnaso (primer siglo A.C.) describe esta antigua práctica: “Los hombres quienes se les ordena llevar al esclavo a su castigo, habiendo extendido sus manos las atan a un pedazo de madera extendido por su pecho y hombros hasta sus muñecas, siguiéndolo, desgarrando su desnudo cuerpo por los latigazos” (Antigüedades Romanas, 7.69.1-2).
Séneca (c. 4 A.C. al 65 D.C.) también refiere:
Aunque ellos se esfuerzan por soltarse de sus cruces---esas cruces a que cada uno de ellos está clavada cada una de sus propias manos—sin embargo ellos, cuando fueron traídos al castigo los suspendieron a cada uno en un solo stipes; pero éstos otros que trajeron sobre si su propio castigo se les extiende sobre tantas cruces como se desea. Aún ellos son calumniadores e ingeniosos apilando insultos sobre otros. ¡Yo podría creer que ellos eran libres de hacerlo, ya que algunos de ellos llegaron hasta a escupir sobre los espectadores desde sus propios patíbulos!
(De Vita Beata, 19.3)
La crucifixión de Jesús
La forma común usada en tiempos de Jesús era la cruz “tau”, con forma de “T”. En esta cruz, el patíbulo se ubicaba en una ranura en lo alto del madero vertical. Hay excelente evidencia arqueológica de que fue en este tipo de cruz que crucificaron a Jesús.
El madero vertical generalmente permanecía enterrado en el lugar de ejecución. El condenado era obligado a cargar el patíbulo, que aproximadamente pesaba 50 Kg, desde la prisión hasta el lugar de ejecución. Sin tener ninguna prueba histórica o bíblica, sin embargo, los pintores del medioevo y del renacimiento nos han dado una imagen de Cristo cargando toda la cruz.
Muchos pintores y escultores de crucifijos también cometen el error de mostrar los clavos atravesándole las palmas de las manos. Los relatos históricos de los romanos y el trabajo experimental han demostrado que los clavos eran clavados entre los pequeños huesos de las muñecas. Los clavos a través de la palma de la mano cortarían y se zafarían entre los dedos,
al sostener el peso de un cuerpo humano.
Esta interpretación pudo haber venido de un error de comprensión en las palabras de Jesús a Tomas: “Mira mis manos”. Los anatomistas antiguos y modernos, sin embargo, siempre han considerado que la muñeca es parte de la mano.cultura popular existe la creencia (posiblemente derivada de leer literalmente la descripción del evangelio de Juan de que las heridas de Cristo estaban “en las manos”), de que el condenado era clavado en las manos, sin embargo documentos históricos refieren que los clavos estaban en las "χείρ", palabra griega que generalmente se traduce como mano, que se refiere desde brazo hasta mano, mientras que si se quiere describir específicamente la mano se escribe "ἄκρην οὔτασε χεῖρα".
Una posibilidad que no requiere que además hubiese sido atado es de que los clavos se insertaron justo debajo de las muñecas, entre los dos huesos del antebrazo (el radio y el cúbito). Los clavos también pudieron haber sido colocados a través de la muñeca, en el espacio entre los cuatro huesos carpio. La palabra utilizada en los evangelios χείρ traducida como “mano” es utilizada también en Hechos 12:7 donde se narra que las cadenas de Pedro cayeron de “sus manos” siendo que éstas debieron de estar colocadas en sus muñecas. Esto muestra que el uso semántico de χείρ es mucho más amplio que el español mano o el inglés hand, y puede que los clavos estuviesen localizados en la muñeca.
Un experimento realizado por un documental del canal de National Geographic titulado “Quest For Truth: The Crucifixion” (búsqueda de la verdad: la crucifixión) mostró que una persona puede ser suspendida por la palma de su mano. Clavar los pies a un lado de la cruz libera esfuerzo en las muñecas depositando la mayor parte del peso en la parte baja del cuerpo. Otra posibilidad sugerida por Frederick Zugibe es que los clavos pudieron haber sido colocados entrando en la palma, en la base del dedo pulgar y salió por la muñeca, pasando por el túnel carpiano.
Una ménsula atada en la cruz, probablemente para quitar el peso del cuerpo de las muñecas es incluida constantemente en representaciones de la crucifixión de Jesús, pero esto no es mencionado en fuentes antiguas. Estas, sin embargo, documentan un pequeño asiento en la parte frontal de la cruz.
Evidencia arqueológica e histórica de antiguas crucifixiones, una de ellas la mencionada por el historiador Flavio Josefo, así como un descubrimiento arqueológico de un cuerpo crucificado que data del Imperio romano alrededor de la época de Jesús, descubierto en Jerusalén en 1968. No es de extrañar que sólo se haya encontrado un descubrimiento, ya que los cuerpos de los sentenciados se mantenían en la cruz y por lo tanto no se preservaban. La única razón por lo que se conservó este cuerpo fue gracias a que la familia del sentenciado le dio a este individuo en particular un entierro tradicional.
Los restos fueron encontrados accidentalmente en osario con el nombre del crucificado en él, “Yehohanan, hijo de Hagako I”. El profesor Nicu Haas, un antropólogo de la Universidad Médica Hebrea en Jerusalén, examinó este osario y descubrió que un clavo atravesaba el talón en uno de sus costados, indicando que el hombre había sido crucificado. La posición de la perforación del clavo, en uno de sus costados indica que sus pies se clavaron a la cruz por los costados. Algunas opiniones son que los pies se clavaron juntos y de lado al frente de la cruz o que se clavaron uno al lado izquierdo de la cruz y el otro al lado derecho. La punta del clavo tenía fragmentos de madera de olivo indicando que había sido ejecutado en una cruz hecha de madera de olivo o sobre un árbol de esta misma especie. Dado que los árboles de olivo no son muy altos, esto sugeriría que esta persona fue crucificada a la altura de los ojos del observador. Adicionalmente, una pieza de madera de acacia fue encontrada entre los huesos y la cabeza del clavo, presumiblemente utilizada para mantener los pies clavados y que éste no los pudiera deslizar a través del clavo. Tenía fracturadas las rodillas y las tibias, hecho infligido probablemente para acelerar su muerte. Se piensa que en tiempos del Imperio romano el acero era bastante caro, por lo que se retiraban los clavos de los muertos para reducir costos, lo que ayudaría a explicar porque sólo se encontró un clavo, que se encontraba doblado de la punta de tal manera que no pudiese ser retirado.
El profesor Haas también encontró un rayón en la cara interior del radio del brazo derecho, cerca de la muñeca. Dedujo por la forma del rayón en el hueso, así como que los huesos de la muñeca se encontraban intactos que el clavo fue introducido en el antebrazo de esa forma.
La muerte por crucifixión
El tiempo necesario para alcanzar la muerte va de horas hasta varios días, dependiendo exactamente del método empleado, el estado de salud de la persona crucificada y circunstancias ambientales.
Una teoría atribuida al cirujano Pierre Barbet establece que la causa típica de la muerte es la asfixia. Cuando todo el peso del cuerpo es soportado por los brazos estirados, el condenado tendría severos problemas para inhalar, debido a la hiper expansión de los pulmones. El condenado tendría entonces que empujarse hacia los brazos para facilitar la respiración. En efecto, los verdugos encargados de la ejecución podían romper las piernas de los condenados después de que estos estuvieran algún tiempo en la cruz para agilizar la muerte. Una vez desprovistos del soporte de las piernas e imposibilitados a levantar su cuerpo, los condenados morían en cuestión de minutos. Si la muerte no venía por hipoxia, podría venir por múltiples razones, como shock físico causado por los azotes que precedían la crucifixión, el mismo enclavamiento, deshidratación, cansancio extremo, etc.
Experimentos realizados por Frederick Zugibe han revelado que, cuando alguien se encuentra suspendido con los brazos de 60° a 70° desde la vertical, los individuos tienen menor dificultad para respirar, pero experimentan un dolor e incomodidad que crece rápidamente. Esta correspondería a la crucifixión empleada por los romanos como método para propinar una prolongada, agonizante y humillante muerte. Zugibe asegura que romper las piernas para agilizar la muerte tal como se menciona en Juan 19:31-32 era utilizado como “golpe de gracia” causando un shock traumático severo o causando embolia grasa. La crucifixión realizada en una estaca, con los brazos sobre la cabeza, precipitaría la asfixia si no se tuviese algún apoyo o una vez que las piernas fuesen rotas.
Era posible, sin embargo, sobrevivir a la crucifixión y existen registros de algunos sobrevivientes. El historiador Josefo describe que encontró a dos de sus amigos crucificados. Él rogó por ellos y se les concedió el indulto, uno de ellos murió y el otro logró recuperarse. Josefo no brinda detalles del método o duración de la crucifixión antes del indulto.
Cronología de la muerte de Jesús.
Getsemaní
De los diversos aspectos del sufrimiento inicial, el que es de particular interés fisiológico es el sudor de sangre. Es interesante notar que el médico Lucas es el único evangelista
que menciona este acontecimiento. Dice:
Lucas 22:44
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Aunque es muy raro, el fenómeno de la “hematidrosis” o sudor de sangre, está bien documentado. Bajo una gran tensión emocional los frágiles capilares de las glándulas sudoríparas se rompen mezclándose así el sudor con la sangre. Este proceso de por sí podría haber producido marcada debilidad y posiblemente una conmoción.
Ante el Sanedrín
Aunque la traición y arresto de Jesús son porciones importantes de la historia de la pasión, el próximo suceso en la narración, que es significativo desde una perspectiva medica, es su juicio ante el Sanedrín y Caifás, el Sumo Sacerdote. Aquí se le infligió el primer trauma físico: un soldado le propinó una bofetada por permanecer en silencio cuando Caifás lo interrogaba. Después los guardias del palacio le colocaron una
venda en los ojos y burlonamente lo provocaron con palabras groseras a que los identificara al pasar cada uno delante de él, lo escupieron y le dieron golpes en el rostro.
Mateo 26:67-68
Entonces lo escupieron en el rostro y le dieron puñetazos; y otros lo abofeteaban, diciendo:
--Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
Ante Pilato
Temprano por la mañana, magullado y amoratado, deshidratado y exhausto por una noche en vela, llevaron a Jesús de un lado al otro de Jerusalén, al pretorio, que estaba en el fuerte Antonia -el asiento del gobierno del Procurador de Judea- Poncio Pilato.
Estan familiarizados con la decisión de Pilato de tratar de pasarle la responsabilidad a Herodes Antipas, el Tetrarca de Judea. Aparentemente Jesús no sufrió ningún maltrato físico a manos de Herodes y fue devuelto a Pilato, quien, en respuesta al clamor de la plebe, da la orden de que Barrabás fuera soltado y condenó a Jesús a ser azotado y crucificado.
Marcos 15:6-15
En el día de la Fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran.
Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho.
Pilato les respondió diciendo:
--¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?, porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes.
Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltara más bien a Barrabás.
Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:
--¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
Y ellos volvieron a gritar:
--¡Crucifícalo!
Pilato dijo:
--¿Pues qué mal ha hecho?
Pero ellos gritaban aun más:
--¡Crucifícalo!
Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, le soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
Los azotes
Los judíos tenían una antigua ley que prohibía más de 40 azotes. Los fariseos, que siempre se aseguraban que la ley fuese estrictamente observada, insistían en que se administraran solo 39 azotes; en la eventualidad de un error en recuento, se aseguraban permanecer dentro de la ley. En el caso de los azotes de Jesús, estos fueron propinados de acuerdo con la ley romana, lo cual implica que no había límite en cuanto a la cantidad.
Los azotes romanos
Los romanos usaron varios instrumentos para azotar
• Varas de olmo se usaban para azotar a los hombres libres.
• Como castigo militar, los centuriones (oficiales) usaban los bastones de parra, laurel o mirto que llevaban como símbolo de su rango para azotar a los soldados por sus faltas.
• Para castigar a los esclavos o criminales existían varios tipos de látigos:
- la ferula o lirum, una correa de cuero
- la scutica, un látigo con las colas hechas de pergamino retorcido
- el flagrum o (más pequeño) flagellum un látigo con dos o tres colas con pequeñas mancuernas metálicas en las puntas. Variaciones del flagrum fueron el astragala, con astrágalos de carnero en lugar de las mancuer carne.
Los métodos
Había tres formas de azotes judiciales:
- Fustigatio: una azotaína menos severa, dada por ofensas relativamente leves, como vandalismo, y acompañada por una severa advertencia
- Flagellatio: una golpiza severa para crímenes más serios
- Verberatio: la más severa, usada usualmente como preludio a otros castigos, como la crucifixión.
La ley no establecía el instrumento del castigo ni la cantidad de golpes. El tipo de instrumento de castigo quedaban a decisión del "lictor" que comandaba la ejecución.
Los castigos judiciales eran dados con el castigado atado a una columna baja, o acostado en el suelo, para poder azotarlo desde ambos lados de la espalda.
El condenado era castigado por varios "lictors" o por verdugos (carnifex) hasta que quedaban exhaustos, o eran detenidos por el lictor que comandaba. Los turnos de los verdugos eran de dos en dos, cuando una dupla se cansaba, la otra, que estaba descansando, la sustituía.
Los azotes a Jesús
Jesús también fue azotado bajo la ley romana con el flagrum. Era usual azotar a los que iban a ser crucificados, para acelerar su muerte. En el caso de Jesús, los azotes probablemente fueron el último recurso de Poncio Pilatos para evitarle la crucifixión, así que fue probablemente condenado a un “verberatio”.
Recibió numerosos azotes, los que lo dejaron en muy mal estado físico, tanto que cayó varias veces cuando transportaba la cruz, y finalmente tuvo que ser ayudado por Simón.
Al principio las lonjas con peso adicional solo le cortaban la piel. Luego, al continuar los golpes, cortaban más profundamente dentro del tejido subcutáneo, produciendo primero una herida sangrante de los capilares y venas de la piel y finalmente la sangre brotaba abundantemente de arterias de las capas musculares más profundas.
Las bolitas de plomo, o los pedazos de hueso, o los ganchos de metal, independientemente de lo que fue utilizado, primero le produjeron grandes y profundos hematomas o marcas que con los siguientes azotes se abrieron. Finalmente la piel de la espalda colgaba en largas lonjas y toda el área era una masa irreconocible de tejido desgarrado que sangraba. Cuando el centurión que estaba a cargo determinaba que el prisionero estaba casi muerto, detenía los azotes.
La burla
El desfalleciente Jesús fue luego desatado y dejado caer como un fardo en el empedrado mojado con su propia sangre. Los soldados vieron a este judío provinciano que pretendía ser rey como un hazmerreír. Le arrojaron un manto sobre los hombros y le pusieron una vara en la mano por cetro. Aun necesitaban
una corona para hacer su parodia completa. Utilizaron ramitas flexibles llenas de largas espinas y las trenzaron formando una tosca corona. La colocaron a presión en su cuero cabelludo y nuevamente sangró abundantemente, cuando las púas perforaron el propio tejido vascular.
Después de burlarse de Él y abofetearle, los soldados le arrebataron la vara de la mano y le golpearon en la cabeza incrustando las púas más profundamente en su cuero cabelludo. Finalmente se cansaron de su diversión sádica y le quitaron con violencia el manto de la espalda. El manto ya se había adherido a los coágulos de sangre y suero de las heridas y al ser quitado como cuando un vendaje quirúrgico se quita al descuido, le causo un dolor insoportable y las heridas comenzaron a sangrar otra vez.
Mateo 27:27-31
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía.
Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:
--¡Salve, rey de los judíos!
Le escupían, y tomando la caña lo golpeaban en la cabeza.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarle.
Camino al Gólgota
El pesado patíbulo de la cruz fue atado sobre sus hombros. La procesión del condenado Jesús, dos malhechores y el piquete de ejecución de soldados romanos encabezados por un centurión, comenzó su lenta marcha por la ruta que hoy conocemos como
“La Vía Dolorosa”.
A pesar de los esfuerzos de Jesús para caminar erguido, el peso del madero junto con el espasmo producido por la pérdida de sangre era demasiado. Tropezó y cayó clavándosele el tosco madero en la piel lacerada y músculos del hombro. Trató de levantarse pero los músculos humanos habían sido llevados más allá de su tolerancia.
El centurión, ansioso de proseguir con la crucifixión, eligió a un fornido africano del norte que miraba, Simón de Cirene, para llevar la cruz. Jesús seguía sangrando y transpirando el frío y pegajoso sudor del espasmo. La marcha de unos 600 metros desde el Fuerte Antonia al Gólgota fue finalmente completada y el prisionero volvió a ser desnudado excepto por el taparrabo que se les permitía a los judíos.
Mateo 27:32-34
Al salir hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevara la cruz.
Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, (que significa: «Lugar de la Calavera »), le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero, después de haberlo probado, no quiso beberlo.
Juan 17:17
Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota.
La crucifixión
Se le ofreció a Jesús vino mezclado con mirra, una suave mezcla analgésica para aliviar el dolor. Rehusó la bebida. A Simón se le ordenó dejar el patíbulo en el suelo y derribaron a Jesús de espaldas con sus hombros contra la viga. El legionario le palpó la hendidura por delante de la muñeca y perforó con un pesado clavo cuadrado de hierro forjado, la muñeca clavándolo en la madera. Se pasó rápidamente al otro lado y repitió la operación, cuidando de no extender demasiado el brazo, permitiéndole cierta flexión y movimiento. El patíbulo era luego alzado y calzado al tope del madero vertical y el “título” donde se leía “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”, fue clavado en su lugar.
El pie izquierdo era presionado hacia atrás contra el derecho. Con ambos pies extendidos con los pies hacia abajo, se clavaba un clavo a través de ambos arcos dejando las rodillas flexionadas moderadamente. La víctima estaba ahora crucificada.
En la cruz
Cuando Jesús lentamente se deslizó hacia abajo hasta colgar, con el mayor peso depositado en los clavos de las muñecas, un dolor ardiente agudísimo se disparó a lo largo de los dedos y hacia arriba por los brazos hasta explotar en el cerebro. Los clavos de las muñecas presionaban los nervios medios que son fibras nerviosas troncales que atraviesan el centro de la muñeca y de la mano. Al empujarse hacia arriba para evitar este tormento por estiramiento, colocaba todo su peso sobre el clavo que atravesaba los pies. Nuevamente se producía una agonía de dolor ardiente al desgarrar el clavo los nervios entre los huesos metatársicos de los pies.
A este punto se producía otro fenómeno: al fatigársele los brazos, grandes oleadas de calambres le pasaban por los músculos engarrotándolos en profundo dolor punzante que no cedía. Con estos calambres se producía la incapacidad de impulsarse hacia arriba. Al colgar de los brazos los músculos pectorales (grandes músculos del pecho), se paralizaban y los músculos intercostales (pequeños músculos entre las costillas), no podían actuar. Se podía inhalar aire a los pulmones pero no se podía exhalar. Jesús luchaba por elevarse para tener al menos un pequeño respiro. Finalmente el nivel de dióxido de carbono de los pulmones y del torrente sanguíneo aumentaba y los calambres se atenuaban parcialmente.
Su agonía
Sufrió horas de dolor ilimitado, ciclos de calambre que producían desgarradoras torceduras, asfixia parcial intermitente y dolor ardiente al desgarrársele tejido de su espalda lacerada debido a su movimiento hacia arriba y hacia abajo contra el rugoso madero de la cruz.
Después empezó otra agonía: un dolor profundo como si se le hundiera el pecho, mientras el pericardio -la bolsa que rodea el corazón-, lentamente se llenaba de suero y comenzaba a comprimir el corazón.
La profecía del Salmo 22 se estaba cumpliendo:
Salmo 22: 14
Soy derramado como agua y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis vísceras.
Lo que dijo Jesús en la cruz
En forma espasmódica Jesús podía elevarse hacia arriba para exhalar e inhalar oxígeno vivificante. Fue sin duda en estas ocasiones que pronunció las siete breves oraciones que fueron registradas:
Primera Palabra
Mirando a los soldados romanos jugándose su manto de una sola pieza a los dados:
Lucas 23:24
Jesús decía: --Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Segunda Palabra
Al malhechor penitente:
Lucas 23:43
Entonces Jesús le dijo: --De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Es la respuesta de Jesús a la súplica "acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino" del ladrón arrepentido.
Tercera Palabra
Mirando a María su madre dijo:
Juan 19:26
Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre:
--Mujer, he ahí tu hijo.
Y luego, vuelto hacia el aterrorizado adolescente Juan, traspasado de dolor, el amado apóstol Juan, dijo:
Juan 19:27
Después dijo al discípulo:
--He ahí tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Cuarta Palabra
El comienzo del Salmo 22:
Mateo 27:46
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? »).
Quinta Palabra
Antes de morir
Juan 19:28
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera:
--¡Tengo sed!
Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. La palabra está tomada de:
Salmos 69:21
Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre.
Sexta Palabra
Cuando murió de acuerdo a Juan:
Juan 19:30
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo:
--¡Consumado es!
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Séptima Palabra
Cuando murió de acuerdo a Lucas
Lucas 23:46
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
--Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.
Su muerte
Todos estamos familiarizados con los detalles finales de la ejecución de Jesús. Para que no se profanase el sábado, los judíos solicitaron que se diera fin a los condenados y fueran sacados de las cruces. El método común de terminar una crucifixión era por “crurifragio” (cruris: piernas y fragere: romper), o sea la fractura de los huesos de las piernas. Esto le impedía a la victima empujarse hacia arriba y la tensión de los músculos del pecho no se podía aliviar: la asfixia sobrevenía con rapidez. Las piernas de los dos malhechores fueron fracturadas,
pero cuando los soldados se acercaron a Jesús vieron que esto era innecesario. Así narraron los evangelistas el momento de su muerte:
Mateo 27:50-56
Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos.
El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo dijeron: «Verdaderamente este era Hijo de Dios».
Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo.
Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Lucas 23:44-49
Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
El sol se oscureció y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
--Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios diciendo:
--Verdaderamente este hombre era justo.
Toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, estaban mirando estas cosas de lejos.
Aparentemente para asegurarse doblemente de que estaba muerto, el legionario le clavó la lanza entre las costillas hacia arriba a través del pericardio llegando al corazón.
Juan 19:31-34
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí.
Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
Pero cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
De modo que se produjo un escape del fluido acuoso de la bolsa que rodea el corazón y la sangre del interior del corazón. Esta es una evidencia post-mortem bastante concluyente de que Jesús murió, no de la muerte común de crucifixión -por asfixia- sino de falla cardiaca, debido al espasmo y compresión del corazón por el líquido acumulado en el pericardio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)